Esta es una faceta poco conocida de Borges. Durante una visita a una librería de New York, un librero le pidió al escritor argentino que hiciera un autorretrato. Borges tomó una lapicera y dibujó así su propio rostro:
El escritor ya estaba, naturalmente, ciego, de manera que debió guiar una mano con la otra para orientarse al plasmar la tinta en el papel.
El resultado tiene algo de mágico y de inquietante: es a la vez un rostro y un laberinto. Así se percibía acaso a sí mismo este buscador de identidades, simetrías y paradojas... Cabe aquí recordar, en todo caso, el siguiente texto que Borges escribió hacia 1960:
Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
La creación aparentemente azarosa termina siendo una imagen del creador. Así lo aclara el escritor en una conferencia:
"Creo que todo escritor está siendo continuamente modificado por lo que escribe. ... Si continúa haciéndolo, descubrirá que todo lo que escribe resuena íntimamente con él.”"
La misma idea se repite en el poema Nubes (I), de Los conjurados:
Volviendo a la imagen de arriba: hay un rasgo del autorretrato de Borges que me parece especialmente notable: parece un caos, pero un caos pródigo y definido. Del laberinto que es también el rostro de Borges, en la parte inferior del dibujo, parece brotar un hilo... ¿Es acaso el que Ariadna puso en la mano de Teseo? ¿Podemos interpretar que nuestro escritor intuía la existencia de un hilo conductor, que pudiera dotar de sentido a el laberinto que es la vida?
Not so fast, diría acaso Georgie:
El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
-Jorge Luis Borges, "El hilo de la fábula"
Que ganas de leer los poemas de Borges. Gracias Martín! Pancho
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